Estoy en plan de ahorro. Eso siginifica que ahora pienso dos veces cada cosa que voy a comprar, incluida la comida.

Prefiero comer en la casa la mayoría de los días para darme el gusto de ir a esos lugares que me encantan de vez en cuando.

Pensar en qué cocinar es muy fácil cuando tenemos una variedad de víveres o al menos los que creemos son los "correctos" para crear un buen almuerzo.

¿Y cuándo no es así? ¿Cuando solo tenemos lo más básico?

Ayer me sucedió. Abrí la nevera y esto es lo que tenía: 2 tajadas de jamón y 3 de queso para sandwich, 1 tacita de arroz que me quedó del día anterior, 8 champiñones, media cebolla cabezona, crema de leche (siempre la tendré) y salsa napolitana que puede ser reemplazada por salsa de tomate para efectos prácticos aunque no sea lo mismo.

Tenía dos opciones: comer arroz con el jamón aparte o juntar esos ingredientes y prepararme un banquete.

Adivinen por cuál me fui.

Preparación

Pon el arroz en un recipiente hondo y agrégale el jamón cortado en tiritas.

Pica la cebolla cabezona en cuadritos y sofríela en un poco de mantequilla. Cuando esté dorada retírala del fuego, agrégala al recipiente donde está el arroz y en la misma sartén pon a dorar los champiñones cortados en cuartos.

Agrégalos al arroz con 2 cucharadas de crema de leche y 2 cucharadas de salsa napolitana o de tomate.

Mezcla muy bien todo, pon el arroz sobre una refractaria oprimiéndolo con una cuchara y termina con el queso cortado en tiritas por encima.

Ahora puedes llevarlo al hornito tostador hasta que el queso esté dorado y derretido.

Esto es solo un ejemplo, la idea es que juegues con lo que tienes en la cocina y sin importar si es mucho o poco, convierte cada comida en un motivo de orgullo y placer.

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