LO QUE SE COCINA EN ESTA CASA. |
Recetas preparadas con un propósito. |
Este sábado aprendimos a hacer hojaldre y a cada una de las alumnas le correspondió una preparación diferente. Yo elegí hacer la milhoja y el resultado fue una sola porción. Llegado el momento de la repartición, una compañera que también preparó una y yo, dijimos que no llevaríamos nada más, solo la milhoja porque si la dividíamos se desbarataba y no alcanzaría para todas pues era pequeña; pero al parecer la milhoja ya había despertado como dice el título, las más bajas pasiones de una de las alumnas quien armada con un chuchillo se acercó a decirnos que iba a llevarse un pedazo del indefenso postre. Le explicamos que íbamos a llevarla entera y que a cambio no llevaríamos nada de las otras preparaciones. Ni los corazones, ni los ringletes, ni la pizza de duraznos, ni los pasteles gloria, ni los pianos, ni los libros, nada, solo la milhoja para no desbaratarla. Al parecer no entendió y mirándonos fijamente a los ojos dijo: pero yo quiero milhoja. Le volvimos a decir: mira, es que es muy poca para repartirla entre todas y se desbarata. Ella empuñando su cuchillo con más fuerza y esta vez con un tono de voz que no aguantaba réplica alguna y mirada de fuego, contesta: QUI-E-RO milhoja.
En ese momento me alejé para no ver cómo la mutilaba, hirviendo a punto de caramelo del mal genio que tenía porque además ya no había alcanzado a llevar nada de lo otro. Respiré profundo, salí del salón, cogí un taxi, llegué a la casa, me quejé con Nico del incidente, nos servimos el pedazo de la discordia y cuando la mordí lo entendí todo. Yo también hubiera peleado por un centímetro de esta maravilla de capas crocantes, rellena de arequipe y crema pastelera.